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terrible duelo. Mi hermana est exhausta y su razón vacila sobre el abismo de la insania, y yo mismo, a
pesar de que he combatido largamente en las galeras de la Serensima y he visto de cerca los horrores de
la guerra, me siento recorrido por angustias y pesadillas. Aqu todos piensan an que Armida es mi
amante, y si esta ficción nuestra nos ha facilitado la realización de la cadena de fechoras no escondo que
ha aadido abomio ad abominio.
Por la noche, cuando nos retiramos, abandonadas nuestras vituperables ficciones, nos cuesta
reconocernos. Yo siento horror por ella y ella por m. Nos oprime un sentimiento de repulsión por lo que
hemos hecho, por lo que an somos inducidos a hacer. Y ste es el crudsimo precio que vosotros nos
habis impuesto y que esta noche acabaremos de pagar.
Escribo ahora esta epstola, antes de dirigirme al banquete, porque segn lo acordado maana por la
maana un mensajero vuestro vendr a buscarla. La cena, se prev, durar hasta las ltimas horas de la
noche, y es durante la misma cuando mataremos a los ltimos dos amigos del joven seor Duque,
aprovechando su seguro estado de embriaguez.
Asimismo, para poner fin a los das del seor duque Gian Galeazzo, mi hermana Armida, con gran
peligro, pondr en prctica un plan para envenenarlo desbaratando las precauciones del experto catador.
Trotti no pudo contenerse a interrumpió la lectura que Caiazzo estaba haciendo.
-He aqu, seor duque Magnfico, por qu la falsa circasiana haba coqueteado todo el da con el paje
escanciador! Haba proyectado poner veneno en el hipocrs sólo despus de que el bodeguero hubiera
terminado sus catas. Ha podido escoger con seguridad la hora de su actuación porque tena ante sus ojos,
bien impresa, la composición potica que ha escandido toda la cena y, por tanto, saba cundo se movera
el paje y cunto tiempo tena a su disposición para llevar a cabo su plan.
Fastidiado por la interrupción, Sanseverino reanudó la lectura:
-Armida y yo estamos advertidos del peligro mortal que, ahora ms que nunca, nos es próximo. Todos
los oficiales del seor Duque indagan, como no poda ser de otra manera. Nos sentimos vigilados incluso
por otros que hacen preguntas extraas a nuestros amigos.
Esta vez Trotti no intervino, se limitó a pensar que los otros eran, sin duda, l y maese Stefano.
-Las jauras de perros que indagan se estrechan en torno a nosotros, pero confiamos en Dios
Omnipotente, que conoce nuestras inclinaciones y que, a pesar de nuestros delitos, querr ayudarnos en
esta empresa desesperada. Ms que a nuestra seguridad, es al buen honor de la Serensima Repblica al
que respeto en este momento.
Debis reconocer que hasta esta noche lo hemos llevado todo a cabo segn cuanto vosotros habis
ordenado, sin que Venecia se viera involucrada de ningn modo. Siguiendo vuestras voluntades nos
hemos encargado de que los hallazgos fueran lo ms espectaculares posible y que las sospechas cayeran
sobre quien Su Seora bien sabe.
-Tambin nosotros sabemos bien sobre quin habran debido de caer las sospechas... -comentó irritado
el seor duque Ludovico-; he aqu por qu la bsqueda de tanta espectacularidad en los crmenes.
Todos permanecieron en silencio y luego el lector prosiguió:
-Por el contrario, los arqueros de Miln vigilan para que en torno a la expedición de bodas la
atmósfera sea lo ms agradable y alegre posible, y por eso siempre se han ocupado de hacer desaparecer
los cadveres y han tratado de sofocar las habladuras. Ms tarde, por la noche, dado el escaso tiempo que
me quedar, sólo podr aadir algunas noticias breves sobre los próximos sucesos antes de traducir esta
carta a nuestro habitual lenguaje secreto, para confiarla al antedicho mensajero. Como hemos acordado, si
algo no saliera segn nuestros designios, destruir esta carta.
Segn cuanto os hemos jurado sobre la cabeza de nuestros queridos prisioneros, si estuviramos a
punto de ser descubiertos, tomaramos de inmediato el veneno que llevamos siempre con nosotros para
este fin. A este respecto estamos sumamente decididos, incluso porque conocemos perfectamente a qu
horrorosas y prolongadas torturas seramos sometidos antes de morir. Nuestro deseo es que, cuando vos
hayis recibido esta misiva, nosotros ya estemos en el Ducado de Parma, donde estamos seguros de
encontrar la novedad de la liberación de nuestros seres queridos...
La carta se interrumpa en este punto.
Ludovico pareca haber envejecido aos, plido, ms aceitunado y flccido de lo habitual.
Contrariamente a su costumbre, tena un aire casi abrumado y la cabeza encajada entre los hombros.
Caiazzo al final de la lectura se dejó caer sobre un sillón mirando fijamente al suelo. Saba que la
tormenta estaba a punto de caerle encima. De pronto, Trotti sintió la garganta seca, y no era el nico.
-Quisiramos vino -dijo el Moro, y aadió-. No pensbamos que esa Repblica, a la que llamamos
Serensima, sintiera tanto odio por nosotros.
El jefe de los arqueros salió para buscar a alguien que trajera vino, feliz de tener una excusa para
alejarse.
-Su Seora ha corrido un peligro mortal. Si hubieran logrado matar a nuestro amadsimo seor el du-
que Gian Galeazzo, la responsabilidad o incluso sólo la sospecha hubiesen daado irreparablemente a Su
Seora, que inocente habra sido puesto en entredicho por todos los Prncipes italianos y europeos.
Habran pensado que usted haba querido eliminar a nuestro amado seor duque Gian Galeazzo y a [ Pobierz całość w formacie PDF ]

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